En la actualidad, la materia prima para la producción de estas obras oaxaqueñas es especialmente el copal, un árbol que crece en Oaxaca, cuya madera es fuerte y de fácil manipulación, aunque debe ser preparada para ser tallada.
Un tallado con machete y navaja, así como el pintado manual, permiten lograr distintas formas de animales, tales como dragones, conejos, pumas, elefantes, puercoespines, chapulines, lagartijas, hasta pulpos y tiburones, entre muchos otros.
La encargada de Comunicación de Museo Estatal de Arte Popular Oaxaca (MEAPO), Elvia González, dijo que en Oaxaca hay varias comunidades, como San Martín Tilcajete, San Pedro Cajonos, Arrazola, Xoxocotlán, Valles Centrales, San Pedro Ixtlahuaca, La Unión Tejalápam y Etla, donde se elaboran alebrijes.
Señaló que en cada comunidad varían las técnicas y el terminado de las artesanías de este tipo.
En San Martín Tilcajete, por ejemplo, sus piezas se distinguen, tanto por su tamaño como por la precisión de su tallado y decorado. Entre las creaciones hay variedad de figuras zapotecas y su especialidad son las llamadas “tonas”, animales extraídos del calendario zapoteca.
Cada una de las piezas tienen nombre, título y firma que las identifica. Los artesanos trabajan con un decorado de símbolos inspirados en el calendario y los códices zapotecas, tales como flores, caracoles, aves y grecas, entre otros.
Aproximadamente, 90% de las y los habitantes se dedican a esta actividad creando figuras fantásticas y enigmáticas que encantan a los habitantes, visitantes nacionales y extranjeros por el trabajo, la creatividad, imaginación, originalidad y colorido.
Con destreza absoluta y concentración, la y el artesano, apoyado en pinceles, traza con precisión cada uno de los detalles que conjugan el diseño. Aunque a simple vista pueden ser figuras parecidas, nunca las trabajan o pintan de la misma forma. (con información de Notimex)